Preparados para respuestas rápidas y habilidades valiosas
La maduración de áreas cerebrales continúa hasta los 30 años.
Fuente: Clarín.com
Por: Facundo Manes
El curso dinámico de la maduración del cerebro es uno de los aspectos más fascinantes de la condición humana. Mas allá de que los cambios cerebrales y la adaptación sean inherentes a la vida, las fases tempranas de maduración –durante el desarrollo fetal y la infancia– son quizás las más dramáticas e importantes. El cerebro de un recién nacido es solo un cuarto del tamaño del cerebro adulto, y continúa su crecimiento y especialización de acuerdo a un programa genético con modificaciones dadas por las influencias ambientales y del entorno. Mucho del potencial y las vulnerabilidades del cerebro puede depender de las primeras dos décadas de la vida. Las primeras áreas en madurar son aquellas involucradas en funciones más básicas, tales como el procesamiento de los sentidos y movimientos. Le siguen las áreas implicadas en la orientación espacial y el lenguaje. Por su parte, los lóbulos frontales, fundamentales para la planificación, la toma de decisiones, la memoria de trabajo (online) y el control del impulso, son las últimas áreas cerebrales en madurar y no se desarrollan totalmente hasta la tercera década de la vida. En la adolescencia aumenta la conectividad entre diferentes regiones cerebrales y cambia el balance de las conexiones entre las áreas frontales "cognitivas" y las áreas emocionales facilitando la regulación emocional.
Esta condición biológica debe ser tenida en cuenta por las acciones de políticas públicas destinadas a esa franja etárea de la población. La maduración del cíngulo anterior, un área que controla nuestra habilidad para mantener la atención, ocurre también en la adolescencia.
De hecho, un joven puede observar una gradual mejoría en mantener su mente focalizada en temas por períodos más largos y en formas más complejas de pensamiento. Algunas de nuestras habilidades mentales se desarrollan eliminando sinapsis (conexiones entre neuronas) que son débiles o poco utilizadas. Y no sólo el Estado debe tener en cuenta esto, sino también la comunidad en su conjunto (padres, docentes, comunicadores, etc.). Actualmente, los adolescentes se enfrentan con una creciente demanda de tareas múltiples. Investigadores, psicólogos y sociólogos comienzan a mostrar preocupación por los efectos a largo plazo de demandas inadecuadas para un cerebro en desarrollo.
Algunos expertos advierten que nuestra sociedad puede estar estimulando el desenvolvimiento de respuestas rápidas en los jóvenes, a expensas de habilidades valiosas como la planificación, reflexionar y predecir las consecuencias de las acciones.Comprender en detalle la maduración cerebral podría tener implicancias fundamentales para intervenciones en enfermedades del neurodesarrollo, como también generaría una oportunidad para iluminar las fortalezas y potencialidades del adolescente. Cuando el proceso de maduración se realiza en forma adecuada, las recompensas son considerables. Un desarrollo acorde vuelve posible una mayor capacidad para el pensamiento abstracto, para soñar, planificar y consolidar la identidad. A su vez, abre el camino para ser una mujer o un hombre pleno en la sociedad.
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